En la Inglaterra de 1940 el joven científico Francis Crick decidió dedicar su vida a develar dos misterios: los fundamentos de la vida y cómo da origen el cerebro a la conciencia.
Para 1953 Crick y James Watson, su joven colaborador estadounidense, habían resuelto el primero de ellos con su modelo del ADN. Comenzaron así una revolución en la biología y se ganaron un puesto permanente en los anales de la ciencia.
Luego de eso, Francis Crick se concentró en buscar un área física del cerebro que fuera crítica para la conciencia humana. A pesar de sus esfuerzos, el enigma de la mente permanece tan intratable como siempre.
En el acto homenaje a Crick, fallecido el 28 de julio de 2003 a los 88 años, que se celebró en el Instituto Salk de La Jolla, se habló de este asunto inconcluso.
Se desconoce de qué manera los miles de millones de células cerebrales interpretan sensaciones, hacen uso de la memoria y asociaciones para encontrarles algún sentido, y finalmente crean pensamientos conscientes acerca del mundo.
"Para nosotros es inconcebible, pero de algún modo sucede", dice Terry Sejnowski, un neurobiólogo computacional del Instituto Salk que estudia cómo utilizar computadoras para entender el cerebro.
"La conciencia es esquiva", dice. "Es difícil atraparla".
Según los científicos, la conciencia, sobre la que teólogos y filósofos han reflexionado por siglos, es, en el fondo, el producto de la biología, por más desconcertante que esto pueda parecer.
"Las alegrías y tristezas, memorias y ambiciones, el sentido de identidad personal y libre albedrío, no son más que el comportamiento de un vasto armazón de células nerviosas y moléculas asociadas", escribió Crick en 1994 en su libro "La hipótesis sorprendente".
Dilucidar cómo el cerebro crea la conciencia modificaría profundamente la manera en que los humanos nos vemos a nosotros mismos, dicen los científicos.
Conociendo los mecanismos internos, se podrían encontrar nuevos tratamientos para las enfermedades mentales. Comportamientos antisociales como la violencia y el abuso sexual podrían abordarse desde nuevos ángulos.
Se podrían construir máquinas que realmente piensen, lo que traería al mundo real la inteligencia artificial de la ciencia ficción.
"Las posibilidades son ilimitadas", dice Sejnowski. "Es como tener el Santo Grial".
Los neurocientíficos poseen medios refinados para estudiar cómo las distintas partes del cerebro procesan la luz, el sonido, los olores, el sabor y el tacto. Han identificado en el cerebro lugares importantes para el lenguaje, habla y memoria.
Pero a la conciencia atañe la manera en que todas las partes se unen para crear una mente pensante.
"El reduccionismo es una buena manera de empezar, pero llega el momento en el que hay que unir las piezas y ver cómo funcionan en conjunto" dice Sejnowski. Él llama al esfuerzo de armar esa visión global "el proyecto Humpty Dumpty".
Hoy, más que en cualquier otro momento de la historia, los neurocientíficos creen poder resolver el problema de la conciencia.
Técnicas de imagen refinadas, como las usadas en resonancia magnética, pueden mostrar al cerebro vivo en acción hasta el detalle de la activación de pequeños grupos de neuronas en partes específicas del mismo.
Entretanto, la avanzada tecnología de computadoras permite a los científicos filtrar enormes cantidades de información y crear modelos de cómo operan diferentes partes del cerebro.
"La tecnología para descubrir y caracterizar cómo la mente subjetiva surge del cerebro objetivo está a nuestro alcance", escribe en su nuevo libro, La búsqueda de la conciencia, Christof Koch, neurocientífico de Caltech y colaborador de Crick durante mucho tiempo. "Los próximos años serán decisivos".
Uno de los métodos con que los científicos han atacado el problema de la conciencia —y en el que Crick se concentró en los últimos años de su vida— consiste en estudiar de qué forma el cerebro interpreta y da sentido a lo que ven los ojos.
El estudio de la atención, o qué circuitos neuronales son afectados cuando el cerebro se concentra en un objeto visual dejando a otros de lado, es un área importante en este campo.
El sistema visual, desde la retina del ojo hasta la corteza visual y más allá, abre una ventana —por decirlo de alguna manera— hacia uno de los aspectos de la conciencia.
Los científicos que estudian el sistema visual en el cerebro han hallado que ciertas células cerebrales se activan cuando detectan movimiento. Otras parecen activarse sólo en respuesta a cambios de color o dimensión.
Pero no está nada claro qué significa todo esto, y los científicos que buscan diagramar caminos visuales en el cerebro que contribuyan a la conciencia están en gran medida buscando a ciegas, dice Ed Callaway, un neurocientífico del Instituto Salk.
"Hay miles de millones de neuronas en el cerebro, y cuando las registramos, no sabemos de qué tipo son", dice. "Hay una enorme complejidad neuronal".
Artículo completo http://axxon.com.ar/zap/235/c-Zapping0235.htm
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