viernes, 30 de mayo de 2008

Epigenética






La epigenética (del griego epi, en o sobre) se refiere a los cambios reversibles de ADN que hace que unos genes se expresen o no dependiendo de condiciones exteriores (polifenismo). El término fue acuñado por C. H. Waddington.


En el interior de los cromosomas se encuentran 3 capas:


LOS GENES CODIFICADORES DE PROTEÍNAS: que son los que conocemos como los únicos depósitos de la herencia.
LOS GENES NO CODIFICADORES: cumple una función destacada, pues al par que las histonas, las señales químicas unidas al ADN forman la cromatina. Estos genes resultan importantes para la herencia y el desarrollo de las enfermedades y dan lugar a ARN activos; mismos que alteran el comportamiento de los genes codificadores.
CAPA EPIGENÉTICA DE LA INFORMACIÓN: Resulta crucial para el desarrollo, el crecimiento, el envejecimiento y el cáncer. No altera la secuencia de ADN, aunque ciertamente puede afectar la salud. Son las "epimutaciones" las que dan origen a enfermedades como la esquizofrenia y las variaciones epigenéticas. explican las discordancias entre gemelos idénticos, que comparten las secuencias de ADN idénticas.


Las variaciones epigenéticas controlan la actividad de los genes; si es alta la concentración de "X" sustancia, la actividad será alta. El código epigenético está constituido por un sistema de moléculas unidas al ADN o a las histonas, un código de las histonas es el que gobierna la expresión de los genes pues sus colas proteícas (las de las histonas) catalizan una gran variedad de adiciones químicas, como los acetilos que amplifican genes vecinos.


A menudo se atribuye a Conrad Waddington (1905-1975) la acuñación del término “epigenética” en el año 1942 como “la rama de la biología que estudia las interacciones causales entre los genes y sus productos que dan lugar al fenotipo”. Las primeras apariciones de la epigenética en la literatura datan de mediados del siglo XIX, aunque los orígenes del concepto pueden encontrarse ya en Aristóteles (384-322 AC). Aristóteles creía en la epigénesis: el desarrollo de la forma orgánica del individuo a partir de materia amorfa. Esta controvertida creencia fue el principal argumento en contra de la hipótesis que mantenía que nos desarrollamos a partir de cuerpos minúsculos completamente formados. Incluso hoy día, aún no existe un consenso universal acerca de hasta qué punto estamos preprogramados o modelados por el ambiente. El campo de la epigenética ha surgido como un puente entre las influencias genéticas y ambientales . En el siglo XXI, la definición más comúnmente encontrada del término epigenética es “el estudio de cambios heredables en la función génica que se producen sin un cambio en la secuencia del ADN”. Pero, ¿qué tienen que decir los científicos que investigan dentro de este campo en rápida expansión?


”La epigenética siempre ha sido todas las cosas extrañas y maravillosas que no pueden ser explicadas por la genética.”Denise Barlow (Viena, Austria)


“El ADN no es más que una cinta que almacena información, pero no hay manera de sacar provecho de esta información sin un aparato para su reproducción. La epigenética se interesa por el reproductor de cintas.”Bryan Turner (Birmingham, RU)


“Recurriendo a un símil informático, yo diría que el disco duro es como el ADN, y los programas de software son como el epigenoma. Es posible acceder a cierta información del disco duro con la utilización de los programas del ordenador. Pero existen ciertas áreas protegidas por contraseñas y otras no (abiertas). Yo diría que estamos intentando entender por qué existen contraseñas para ciertas regiones y por qué otras regiones están abiertas.“Jörn Walter (Saarland, Alemania)


“Existen cerca de 2 metros de ADN en el interior de un núcleo de unas pocas micras. Estamos intentando entender los mecanismos que permiten el acceso al ADN dado el minúsculo volumen del núcleo.”Gunter Reuter (Halle, Alemania)


“La gestión de la información dentro del núcleo se traduce en que parte de la información genética se encuentra apiñada dentro del genoma, mientras que, por otro lado, existe información que necesita estar disponible y activa de forma continua, como los llamados genes de mantenimiento (housekeeping), por ejemplo. Por tanto, la epigenética puede compararse a la gestión de los papeles en una casa: no es razonable almacenar en un lugar poco accesible aquello que se va a necesitar muy a menudo, pero los viejos documentos del colegio pueden quedarse guardados en cajas en el trastero.”Peter Becker (Munich, Alemania)


“La diferencia entre genética y epigenética probablemente puede compararse con la diferencia que existe entre escribir y leer un libro. Una vez que el libro ha sido escrito, el texto (los genes o la información almacenada en el ADN) será el mismo en todas las copias que se distribuyan entre los lectores. Sin embargo, cada lector podría interpretar la historia del libro de una forma ligeramente diferente, con sus diferentes emociones y proyecciones que pueden ir cambiando a medida que se desarrollan los capítulos. De una forma muy similar, la epigenética permitiría diferentes interpretaciones de un molde fijo (el libro o código genético) y resultaría en diferentes lecturas, dependiendo de las condiciones variables en las que se interprete el molde.”Thomas Jenuwein (Viena, Austria)


miércoles, 14 de mayo de 2008

Emociones Básicas




En las emociones experimentamos determinadas situaciones, incluyendo tal experiencia una forma de estar el cuerpo: en tensión cuando se trata de agredir o huir, en relajación cuando estamos tristes, es excitación cuando estamos alegres o amamos.. No es que la emoción sea exclusivamente corporal, ni tampoco sólo mental. Es el caso que el aspecto mental y las sensaciones físicas van completamente unidas.


Además todas las emociones son algún tipo de actos, lo que constituye una característica fundamental a la hora de comprenderlas. Tendremos que mirar a su alrededor, ya que al ser actos son actos entre actos, esto es, van dentro de los deseos como medios de llevarlos adelante.


Evidentemente es fácil reconocer que huir de un peligro, golpear a alguien, acariciar, etc. son acciones. Pero qué hacemos cuando, sentados en una silla, nos angustiamos pensando en un problema, o cuando estamos sintiendo amor viendo cómo juega nuestro hijo? La respuesta para estas acciones aparentemente "en el aire" es variada:


a) En unas ocasiones estamos en el momento de la acción en el que estamos planificando y /planificar/ es una parte de lo que hacemos. Así la huida tiene diversos pasos: cuando corremos, cuando buscamos un lugar seguro; pero también un momento de la huida es aquel en el que pensamos a toda velocidad en la necesidad de huir, hacia donde, de qué manera, haciendo un esquema en un papel.


b) O bien se trata de acciones sin desplazamiento como lo sería descansar tumbados en la cama. Así alguien puede preguntar, qué está haciendo fulanito?, y contestamos "está descansando". Notemos que en el lenguaje los verbos suelen cumplir la función de expresar acciones, y que tenemos unos verbos que son dinámicos (extensivos como /pensar/, /fantasear/, /concentrarse/... La emoción es una forma especial, en los verbos flexivos, de realizar dichas acciones. Por ejemplo, odiar pensando consistirá en una forma de agredir mentalmente a alguien, o amar fantaseando un forma de dar y recibir cosas respecto a un personaje de nuestra imaginación.


c) otras veces se trata de los roles pasivos de las acciones. Cuando cuidamos de nuestro hijo y recibimos de él una sonrisa, o vemos que ha hecho un progreso, sentimos el afecto correspondiente a algo que se nos da. Nadie duda que saludar es una acción, pero dentro de esa acción se necesitan dos roles, de agente y de paciente, de manera que cuando alguien nos extiende su mano, que nosotros la acojamos forma parte del saludo (de lo contrario se trataría de un saludo frustrado). De la misma forma, ver que nuestro hijo juega es recibir de él una especie de apretón de manos por el que se nos recompensa de los esfuerzos y expectativas centradas en él.


A menudo la emoción no se ve como una acción porque a diferencia de un saludo, que es una acción corta y sencilla, en un proyecto largo y complejo como pudiera ser el de una vida familiar, los distintos momentos parecen estar aislados, separados entre, sí, tal como si el día de la boda y el día que vemos retozar a nuestro hijo no formaran parte de la misma macro-acción, el proyecto de tener una familia. Es decir, que cuando muchas acciones se juntan para convertirse en un proyecto a largo plazo, es fácil que perdamos de vista el sentido de lo que hacemos de tal forma que estemos sintiendo algo y no sepamos bien porqué.


Un ejemplo de estos deseos complicados en los que nos perdemos puede ser el enamoramiento. Durante muchos años vamos perfilando nuestros gustos, los valores morales, nuestra forma de entender la relación entre hombre y mujer, nuestra manera de pensar. De pronto vemos a una persona, con sus gesto, una forma de ser que creemos adivinar, una serie de futuros momentos que nos gustaría compartir. esto es, esa persona parece "encajar" como candidato para una serie de proyectos que hemos ido construyendo. En el momento del "flechazo" parece que sentimos un amor repentino, sin explicaciones ni razones: pero esa impresión es debida a que nos conocemos poco, a que olvidamos aquellos otros momentos en los que nos hacíamos cábalas sobre el amor, los ideales, los gustos y las expectativas para el futuro. Tampoco es del todo casualidad que la literatura y el cine que más nos ha impresionado nos aprovisionen de fórmulas (oratorias, de gestos, de maneras de seducir, etc.: usamos una semántica amorosa ya prefabricada en años anteriores). Lo podríamos resumir de una manera más simple: si habíamos deseado enamorarnos un dia, cómo es que ese día en el que sucede nos olvidamos de que estamos realizando un deseo que teníamos? Esto es no re-conocerse. Olvidarse de lo que uno mismo ha deseado antes.


Para explicar mejor cómo las emociones son actos entre actos daremos unas reglas generales:


- En las emociones de tipo miedo vivimos un aviso de un peligro que arruinaría un deseo que tenemos (de vivir, gozar de buena salud, tener una excelente imagen personal, caer bien a los demás, etc.).
- En la agresión nos defendemos de un peligro (si somos vendedores, del peligro de quedarnos sin clientes; si somos deportistas, del peligro de perder; del peligro de un ataque, de una ofensa, etc.). La defensa, de tener éxito, logrará liquidar dichos peligros, con lo que podremos llevar a cabo nuestros deseos (ver vendedores que venden, deportistas que triunfan, seguir sanos, tener buena imagen de nosotros mismos, etc,).
- Con el tipo amor, obtenemos las cosas que se dan por generosidad, y que son deseables. Podemos desear realizar nuestra sexualidad, tener el apoyo de un compañero, alguien con quien distraerse, etc. El modo de conseguir este cúmulo de necesidades que se espera que un compañero satisfaga, es conquistando su voluntad de darnos por un intercambio amoroso.


TONO EMOCIONAL


Nuestra vida emocional es mucho más rica de lo que parece a simple vista. La emoción acompaña a todas las acciones, y resulta que siempre estamos haciendo algo, incluso hasta en sueños realizamos cosas en fantasía.


Si fuésemos a estudiar lo que hacemos durante una jornada observaríamos multitud de emociones de poca intensidad (emotividad cotidiana): el miedo insignificante que tuvimos al mirar el reloj por la mañana temiendo llegar tarde al trabajo, el pequeño susto que tuvimos al tropezar con un escalón, la rabia que sentimos cuando la prenda que queríamos ponernos está en la lavadora... y continuando de esta manera podríamos ir coleccionando miles de pequeñas y fútiles emociones diferentes, y todas ellas sin mayor relevancia, que tuvimos a lo largo del día.
Desde luego no es lo más común fijarnos en estas emociones, y con razón, si es que se tienen otros asuntos más importantes en qué pensar. Lo recordamos aquí para señalar a esa vida emocional que late junto a nosotros como una sombra alrededor de todo lo que hacemos.


En verdad sólo pensamos en las emociones cuando:
.- Las estudiamos para conocernos o reflexionar.
.- Algo va mal en ellas (por exceso, injustificación, inconveniencia, olvido, etc.).
.- Aun no siendo problemáticas, simplemente nos relamemos en su contemplación.
.- Las queremos aumentar, exagerándolas; o disminuir, atenuándolas.


El énfasis puesto o no puesto en la emoción como objeto de atención, clarifica un tipo de fenómenos: normalmente nos preocupamos del sentido de las cosas, y no de cómo está nuestro cuerpo mientras actuamos. El cuerpo funciona, cuando prestamos atención a nuestros asuntos, como una especie de vidrio traslúcido a cuyo través miramos.


En la psicosis se da el caso contrario. Por ejemplo, la persona coge algo con la mano y se pone a mirarla como algo ajeno que no controla, olvidándose de porqué la había estirado; por tal razón puede llegar a sacar la conclusión de que "un otro" manipula su miembro sin su voluntad.


En un mismo día hay todo tipo de emociones. Lo que suele interesarnos no es eso, sino cual ha predominado. Es decir, una persona dice que ha tenido "un mal día" o que "está contento" o "enfadado". Lo que en realidad nos expresa es que han abundado sobre todo las angustias, los fracasos, o bien los éxitos -aunque también haya ocurrido de todo. si durante un determinado período de tiempo ha sucedido algún asunto extraordinario, probablemente predomine por encima de las demás emociones ordinarias, borrándolas con su prepotencia (para bien o para mal).


Lo mismo cabe decir para grandes períodos de vida. decimos que nuestra infancia fue feliz, o que la adolescencia problemática o que a partir de la jubilación todo fue de mal en pero. son resúmenes en los que existiendo un menú variado entresacamos lo más frecuente o lo que más nos importa según criterios muy personales.


Esto es, hacemos una estadística de cómo ha ido nuestra vida -hoy, durante una semana, en los últimos tiempos, en toda la vida transcurrida, en éste último rato-. De esta forma deducimos múltiples datos, como por ejemplo que "somos tristes" o "de talante optimista" o que "últimamente estamos muy agresivos".


EMOCIÓN Y CULTURA


Similarmente a como hemos hablado de técnicas corporales, podríamos ahora hacer referencia a las técnicas emocionales. Se supone que las emociones nos sirven para realizar nuestros deseos, pero para ello se requiere el arte de su regulación.


Tal es el caso de aprender lo que es peligroso, lo que es ser cobarde o temerario o cómo podemos defendernos adecuadamente de los diferente tipos de peligros.


Lo que para nuestros antepasados fueron gestas y hazañas para los niños son el ABC de su aprendizaje.


Cuando en tiempos primigenios la vida social de nuestros ancestros será menos complicada, también las emociones eran más elementales. Si nos fijamos en la evolución de un pueblo antiguo como el griego, de cuya influencia cultural somos nosotros herederos directos, observaremos que las primeras regulaciones del afecto se centraban en el valor (dominar el miedo, preferir morir antes que huir del combate).


Los héroes homéricos reflejan bien ésta ética agonal de la aristocracia guerrera. Aquiles es admirado por vengar la muerte de su amigo Patroclo en manos de Paris, pero se le perdona que para demostrar su areté guerrera abandone al ejército aqueo, haciéndo peligrar con ello el resultado de la guerra de Troya.


Habrá que esperar a otro gran poeta, Hesiodo, para que los griegos comiencen a considerar los valores cívicos. Su poema "Los trabajos y los Días" pasa a convertirse en una especie de manual con el que educar a las jóvenes generaciones en la paideia de la diké, del derecho.


Una poetisa como Lesbos, aun siendo mujer en aquella época marcadamente patriarcalista tan poco proclive a admirarlas, gana el corazón del griego aristócrata para el culto por el amor amistoso, más bien entre compañeros de armas o entre maestro y alumno que en las relaciones de matrimonio, que no eran por amor precisamente, como hoy las entendemos.


Si nos trasladamos a los diálogos platónicos, observaremos que están teñidos de discusiones acerca de valores éticos: que si la areté del valor se ha de subordinar a la justicia, se la justicia se subordina al bien social o a la fuerza, etc.


Gran parte de la tradición humanística en relación a temas afectivos proviene de la "Etica de Nicómano" de Aristóteles, en la que hay desarrollada una sofisticada regulación de los afectos del perfecto ciudadano, y en la que se pulen los extremismos que afean el cuerpo y el espíritu del hombre ideal: el nuevo hombre no ha de ser glotón ni mojigato, ha de ser sensible a encerrar en sí mismo todas las facetas humanas procurando que entren en una eudomonia, equilibrio armónico y sublime.


De estas raíces aristotélicas surgirán después otras ramificaciones que tan familiares resultan en nuestros tiempos: la ironía escéptica, el cinismo epicúreo, la paz estoica.


Estas tradiciones griegas son recogidas y reelaboradas a su manera por el cristianismo, y en los márgenes, mientras los cruzados se van a Jerusalén, los trovadores provenzales inventan el amour fins y el amour courtois.


El estallido del renacimiento italiano, que rompe con los moldes rígidos de las estructuras feudales, abre un período de libertad de ser, y con ello inaugura el problema moderno de la personalidad, con sus contradicciones, con su manera de entender la pasión y el pulso vibrante de una rica vida emotiva.


La larga etapa de industrialismo apaga en buen medida esas voces sin amo, domesticando la emoción hasta el sofocamiento victoriano.


Nosotros asistimos a un nuevo renacimiento, al declive de un tipo de sociedad que agoniza y que da lugar, resistiéndose lo que puede (también en el otro renacimiento ardieron largo tiempo las hogueras) a un nuevo tipo de afectividad.


Quizá otro modo de mostrar el desarrollo cultural de la emoción no lo da el mismo desarrollo del niño en sus diversas etapas de aprendizaje.


En la infancia el niño tiene impulsos explosivos: con su berrinches, su intensidad en la búsqueda del placer inmediato, sus crisis de impaciencia y versatilidad, sus reacciones prontas de temor, su facilidad para el llanto... Si bien tiene una vida emocional, no está organizada lo suficiente como para permitirle desenvolverse en el mundo de los adultos en plan de igualdad recíproca, sino por benevolencia complaciente de éstos últimos.


Un adulto que llorase por cualquier fruslería, se impacientase constantemente, tuviese continuas rabietas, etc., no podría conseguir ninguno de sus deseos entre iguales que le exigen reciprocidad.
Esto es lo que viene a suceder en los transtornos afectivos del adulto, y de una manera más atenuada también en la vejez (de ahí proviene la idea de que los ancianos son "como niños").
Un anciano no es un niño (ni tampoco un niño es un hombre primitivo, ni tiene cerebro de reptil como algunos autores sugieren). Es un adulto que tiene sus sentimientos al rojo vivo. Tiene dificultades para alcanzar un equilibrio afectivo. Esta diferencia con el niño plantea un enfoque distinto también a la hora de entender su complicada situación vital (las separaciones y muertes, un pasado que persiste en la memoria de un mundo en parte ya desaparecido, el derrumbe físico, etc.).


Igual que las técnicas corporales son aprendidas por medio de la transmisión cultural, la imitación y la experiencia, así como toda la sutil maquinaria de los afectos puede considerarse como cultural, ideo-lógica.


Esta es la forma en la que hemos llegado a enamorarnos, a odiar la injusticia, a sentirnos culpables al transgredir un deber, o simplemente a temer perdernos un programa interesante de televisión.


No hay escuela oficial para aprender el conocimiento acumulado por los siglos sobre las emociones (aunque hay tendencias de eso en algunos profesionales de preescolar, o en la psicología del crecimiento personal): más bien se deja al azar de cada cual, a las visicitudes de su entorno social y a su voluntad de hacer las cosas como mejor pueda.


El resultado de este panorama es que nos encontramos con personas que tienen sensibilidades muy distintas. Para alguien es peligroso e intolerante que se hable de él, y a otro le resulta indiferente, chistoso o incluso halagador.


En la vida práctica estas diferencias de sensibilidad suscitan muchos conflictos. a alguien le puede parecer, por ejemplo, demasiado duro el tono con el que un compañero le habla, y a su vez, al compañero en cuestión le parece por el contrario que esa persona se lo toma todo demasiado a la tremenda o que es excesivamente suspicaz.


En el terreno social hemos aprendido a duras penas a convivir unos con otros. En las relaciones intaerpersonales existe todavía una gran incomprensión, un aire beligerante y díscolo. Aun nos conocemos poco unos a otros, y no sólo eso, sino que abundan las conductas insolidarias y egoístas, que acabamos pagando entre todos.


Cuando la población tenga una mayor información y regulación sobre los afectos mejorarán las cosas. Pera esta cultura afectiva, de dónde vendrá? No es cierto que cualquier manera de entender el pretender la mayoría, una vida placentera y gozosa. Unas vías resultan mejores que otras. Es una tarea de una civilización superior el descubrirlas.


EMOCIÓN COLECTIVA


En los grupos y masas los individuos por separado participan de sentimientos comunes, lo que potencia esas emociones. Baste recordar algunos fenómenos de masa, como la estampida frente a una hecatombe, el magnetismo con el que un grupito de curiosos atraen como al miel de un panal a los que por ahí pasean, la atmósfera de un miting, para llamar la atención sobre el poder amplificador que puede tener lo colectivo.


Por supuesto, no siempre un grupo participa el unísono de su ambiente afectivo. Hay discordancias, subgrupos rivales o sectores repudiados. De todas formas el hecho de situar al individuo en el marco del grupo proporciona un carácter especial a sus vivencias.


Una explicación simplificada podría ser la siguiente: la mirada de los otros nos saca del anonimato, nos enfrenta con las diferencias o similitudes. Esta conciencia que ilumina nuestra posición nos arrastra a acentuarla, queda resaltada bajo tal luz.


Hay sentimientos que cambian dependiendo de si se dan en una relación dual o grupal. Alguien puede ser moderadamente tímido cuando se habla con él, pero en un grupo puede aturdirse completamente.


Resulta difícil sentirse a gusto en un grupo, porque ello nos obliga a ser nosotros-mismos más que nunca, si no queremos ser borrados o diluir nuestra personalidad en nombre de las necesidades del grupo.


El trabajo de afirmación propia en el grupo es considerable. Exige tener un control multilateral: de las relaciones de los diversos miembros con uno mismo, las que tienen entre sí y las propias del grupo como tal frente al exterior. somos definidos por pertenecer a un grupo o clase, y participamos, estamos implicados de cierta manera con él, amándolo, queriéndolo cambiar, porque nos atemoriza o lo necesitamos.


El modo de participar y pertenecer a los grupos es variable. Una versión la de el criterio de espacio físico compartido (un aula, un lugar de trabajo u ocio). Pero otra posibilidad es que el grupo esté atomizado bajo el punto de vista de la distribución física, aunque no por ello nos sentamos menos "agrupados" formando una clase de personas (es el caso del rol profesional, la edad, sexo, status, aficiones características).


Podríamos hablar de los grupos consolidados como instituciones, en un sentido general. Habría entonces instituciones in situ, localizables espacialmente, y otras transversales, recorriendo o cubriendo toda clase de lugares, como una moda en el vestir hace de acto de presencia en el trabajo, el hogar, el bar.


Las distintas pertenencias institucionales defienden a una persona respecto a otras personas, y ello es un hecho emotivo. Por ejemplo, el pertenecer a la clase de los intelectuales puede crearle un "mal rollo", un rechazo, en los que no lo son, o la hija que es admirada por sus amigos por su precioso mechón verde por su madre es odiada; a una persona pobre le puede avergonzar terriblemente entrar en un hotel de lujo, o un rico morirse de miedo si tiene que ir a una tasca barriobajera.


El macro grupo por excelencia ess la sociedad misma, de la que cada cual tiene algunas representaciones. conviene recordar que el individuo no sólo tiene representaciones de cuerpo propio o particularistas, la mayor parte de su mundo representacional consiste en imágenes colectivas: todas las situaciones de intercambio las poseen. Los conceptos acerca del funcionamiento social influyen en la emotividad, desde el qué dirán, hasta saber cómo conseguir comida, prestigio, diversión, etc.


Tanto es así que gran parte de lo que una persona desea de la vida tiene que ver con ser un miembro aceptado por los demás: ser considerado un adulto útil, apreciado y que funciona como los ideales sociales de su ambiente predican. Todo ello forma parte de lo más hondo de las ansias de una persona, profunda razón de sus alegrías y tristezas, de sus amores, odios y miedos.


Cuando una persona no "está al tanto" o no funciona como se supone, suele ser señalado por el grupo. La forma va desde lo cómico, para el que tropieza, se equivoca, comete torpezas; hasta las formas de violencia más extremas, como el internamiento, expulsión, confinamiento, cuando no la muerte. Zonas considerables de población son apuntadas al margen: jorobados, lisiado, viejos, negros, mendigos, extranjeros....


Por lo general el pasaje de lo que un sujeto desea, y desear que otros deseen algo que uno quiere que deseen, es abismal. Yo puedo desear que alguien a quien sobra trigo tenga ganas de regalármelo, pero ese señor lo que desea es guardárselo, a no ser que le diera algo a cambio. Los deseos de dos personas son difíciles de conciliar, porque son sujetos con igual libertad deseante. si con dos es difícil, con treinta millones todavía más. No es de extrañar que llegar al punto de civilización actual, con todo lo insatisfactorio que pueda parecernos, ha costado, no una negociación amistosa de un ratillo, sino siglos, ríos de sangre y lágrimas. conseguir deseos colectivos no está casi nunca al alcance de nadie en particular, sino del colectivo mismo: los sujetos que forman la sociedad no tienen lo bastante con el tiempo de su propia vida para conseguirlo.


Si el hombre juega a ser Dios, pretendiendo que su sólo deseo "razonable" baste para cambiar las estructuras sociales, se decepciona, se irrita y no entiende porqué los demás no piensan igual que él, arreglándose todo inmediatamente. Paradójicamente quienes le rodean suelen sentirse molestos con una sensación de penosa presión y con la orden de pensar como otra persona, por lo que los deseos de amor universal se convierten fácilmente en pretexto de una guerra de acritudes, reproches, desamor en suma.


Estar junto a los demás es algo que nos compromete más de lo que a menudo estamos dispuestos a reconocer: estamos demasiado implicados en el corazón del ser-así-como-somos con el mundo social. Y es que no sólo lo social nos "rodea" sino que también nos configura.


Los otros, con sus exigencias, su atractivo, nos ponen a prueba. No podemos dedicarnos a dudar, considerar, o a ir a nuestro capricho, sino que se trata de actuar ya, dando alguna respuesta. Tal respuesta es decisiva para los demás, que actuarán en consecuencia. Si callamos nos ignorarán, si protestamos replicarán, etc.


Cuanto mayor es el grupo más difícil nos resulta co-existir, y si no aprendemos a hacerlo es posible que nuestra existencia se empequeñezca y empobrezca en contacto con los demás, cosa que pagamos todos.


.- Ni una sola existencia humana es despreciable. El bienestar de cada individuo en el grupo es necesario para el bienestar del grupo. Podría pensarse que nada sucede si una mayoría está bien y una minoría no (contando que se pertenezca a la mayoría, claro está), pero no es del todo exacto. Un grupo que se corrompe practicando la maraginación de la minoría introduce el diablo en su propia casa. En este punto no está de más que recordemos algunos fenómenos conocidos:
.- En cualquier momento cualquier miembro podrá ser declarado en minoría y repetirse la práctica de exclusión. Como en cierto modo todos son minoría por el hecho de ser en algo diferentes, se instaura un grado de desconfianza en el sistema social.
.- La práctica reiterada de la marginación acaba por excluir a tantos que al final la primitiva mayoría se convierte en una minoría que sojuzga a una mayoría atemorizada.


Los conflictos dentro de un grupo, entre mayorías y minorías, entre subgrupos o de miembros entre sí, han de ser resueltas por el grupo de tal manera que se pueda co-existir en forma de grupo respetando la personalidad de todos, mientras que todos -en su turno- acepten este principio de consenso grupal, ya que pudiera haber una especie de terrorista que impidiera la conciliación de las diferentes posturas del grupo.


El afecto idóneo para la convivencia grupal es el amor, la emoción del intercambio y de la generosidad recíproca. un grupo prospera si hay mucho más amor que agresividad entre sus miembros. Para ello las competencias y los temores han de reconducirse hacia pactos generosos en los que todos cedan para igualmente ganar todos.


martes, 8 de abril de 2008

Cómo se incorpora la cultura en el cerebro




Neuroeducación es la nueva interdisciplina o transdisciplina que promueve una mayor integración de las ciencias de la educación con aquellas que se ocupan del desarrollo neurocognitivo de la persona humana. Interdisciplina en tanto es la intersección de muchas neurociencias relacionadas con el aprendizaje y la enseñanza en todas sus formas, transdisciplina en cuanto es una nueva integración, absolutamente original de aquellas en una nueva categoría conceptual y práctica. Ello implica la formación de “neuroeducadores” con aquellos docentes interesados por la investigación en neurociencias y con los neurocientíficos interesados en la educación, es decir la neuroeducación abre la puerta a una nueva profesión y a un nuevo tipo de expertos.


El cerebro humano es un órgano de una complejidad asombrosa y es el fruto de una historia evolutiva que resulta crucial a la hora de proceder a su estudio, por eso las investigaciones comparadas de los procesos de aprendizaje entre diferentes especies son imprescindibles y, a su vez, resaltan el valor excepcional de la persona humana, el único ser capaz de enseñar y de transmitir nuevos conocimientos de generación en generación. Los niños pequeños son ya capaces de enseñar a otros, y enseñando aprendemos, como decían los antiguos maestros, “docendo discimus” (Strauss, 2005). Pero es preciso explicitar las funciones neurocognitivas propias tanto del aprendizaje como de la enseñanza con el mayor detalle posible. Hoy la neuroeducación cuenta con recursos de alta tecnología como las imágenes cerebrales, las pruebas genéticas y las simulaciones computacionales. Mucho se está haciendo con ayuda de estas técnicas especialmente en el campo de las discapacidades y trastornos del aprendizaje, dislexia, discalculia, autismo, defectos de atención, etc. El desafío actual estriba en que la neuroeducación se extiende más allá de los estudios habituales de la patología del aprendizaje y es capaz de explorar los más variados temas de importancia educativa.


La práctica de la neuroeducación: El NeuroLab en la escuela


En la actualidad la mayoría de las investigaciones neuroeducativas se realizan con alumnos voluntarios que aceptan formar parte de un experimento a realizar fuera de la escuela, en laboratorios de prestigio académico donde se toman todos los recaudos éticos para que ello se haga de la manera más correcta posible, no dé lugar a engaño ni dañe la intimidad del sujeto ¿Qué sucederá cuando comiencen a introducirse nuevas tecnologías neuroeducativas, especialmente cuando sea común el estudio de las imágenes cerebrales, en las propias escuelas? Seguramente se repetirá lo que pasó con las primeras computadoras. Sólo un pequeño grupo de expertos estará a cargo, inicialmente, del laboratorio de neuroeducación de la escuela, del "NeuroLab". Estará formado por personas competentes, bien entrenadas, ligadas principalmente a la neurología y a la psicología cognitiva. Este grupo inicial dará las pautas de la investigación, será referente ante las instituciones académicas y sus integrantes se convertirán en los autores principales de los trabajos y publicaciones. Además, sabrán respetar los códigos éticos que son de rigor en los laboratorios de investigación del cerebro humano. Sin embargo, esta primera etapa es necesaria pero no suficiente. Podemos prever que el equipo inicial de profesionales de las neurociencias cognitivas ajenos a la escuela, poco a poco irá aumentando con docentes del propio establecimiento y de otros lugares. Se constituirá, de esta manera, un grupo heterogéneo que abrirá nuevas perspectivas de investigación y una nueva temática educativa. Será necesario, también, que desde el mismo colegio se asegure la creación de un comité de ética ad hoc, como ya existen en hospitales y centros de investigación sobre el cerebro.


La educación es mucho más que el aprendizaje, es el diálogo constructivo entre el aprendiz y el maestro, pero hasta el momento todo se ha concentrado en el aprendizaje del alumno, tal vez por el peso de la tradición del laboratorio experimental y de los modelos animales. Ciertamente el animal aprende pero no enseña (en el sentido en que lo hacemos los humanos). Llama, por ejemplo, poderosamente la atención que no existen aún estudios sistemáticos ¡sobre el cerebro docente! No conocemos ninguna imagen cerebral del maestro cuando enseña, pero tenemos miles de imágenes del cerebro de alumnos cuando aprenden. Es por tanto necesario que la neuroeducación se ocupe cuanto antes tanto del aprendizaje como de la enseñanza. Nuestro objetivo al proponer la creación de un NeuroLab dentro de la propia escuela es, precisamente, estudiar el diálogo entre el alumno y el docente a nivel de los procesos cerebrales de ambos participantes. Para ello es imprescindible contar con equipos de imágenes cerebrales en el establecimiento educativo y dar a los docentes una clara participación en la investigación junto a los expertos en neurociencias. Y además es imprescindible superar la barrera de las patologías. Muchas veces cuando se estudian los trastornos de aprendizaje más corrientes con ayuda de las neurociencias no se tiene en cuenta la gran plasticidad del cerebro humano durante su desarrollo, y lo que se entiende como discapacidad puede ser sólo una manifestación de la enorme diversidad de los aprendizajes posibles. Es el estudio científico de esta diversidad en el sentido más amplio, que incluye a la discapacidad - pero no se agota con ella- uno de los objetivos de la neuroeducación.


Por decirlo con un ejemplo, cuando un neurólogo se ocupa de la aritmética, generalmente lo hace impulsado por un disturbio en el proceso de cálculo, provocado por una lesión cerebral que produce una discalculia o acalculia. Cuando un docente enseña a sumar o restar se preocupa en seguir ciertas pautas pedagógicas, primero enseña las operaciones con enteros positivos, después con números negativos, etc. Se basa en el sentido común y en una tradición secular. No necesita para ello la ayuda de experto en ciencias del cerebro. Un matemático, por su parte, se contenta con formular estructuras abstractas, formales y consistentes, como las operaciones de grupo, sin necesidad de hacer concesiones a la neuropsicología y a la pedagogía (Changeux & Connes, 1989). En cambio, un neurocientífico, más aún si es matemático de formación, tratará de unir las dos puntas, utilizando las tecnologías más avanzadas y las experiencias mejor controladas para entender cómo el cerebro es capaz de calcular "efectivamente" una simple diferencia entre números, por ejemplo (Dehaene, 1999). Hasta el momento, para hacer estos estudios se usan instrumentos de gran complejidad que sólo existen en laboratorios de avanzada. En el futuro, el propio contexto escolar guiará las investigaciones sobre la enseñanza de las matemáticas, a medida que estos instrumentos se instalen en la escuela. El trabajo en equipo entre neurocientíficos y docentes planteará, sin duda, nuevos problemas neurocognitivos, difíciles de imaginar fuera de la vida diaria de la escuela. Es de esperar que los propios alumnos se acoplarán a esta aventura del espíritu, como ha sucedido ya en el campo de la informática y de las comunicaciones. Como ejemplo de una intervención de las neurociencias cognitivas en educación en la Argentina presentaremos a continuación el proyecto de Cronoeducación del NeuroLab Marín.

Cronoeducación: Estudios cronobiológicos sobre la calidad de sueño y aprendizaje en niños y adolescentes


El problema

El aprendizaje puede ser definido como la adquisición de nuevos conocimientos, nuevas habilidades o nuevas conductas y su almacenamiento en forma de memoria (Salamon, 2002). El hombre se ha interesado en la forma en que este proceso se lleva a cabo desde la Antigüedad. En la historia de la filosofía y la psicología, dos corrientes contrapuestas de pensadores han tratado de brindar explicaciones al fenómeno. Unos pensaban que el aprendizaje se basaba en el procesamiento de la experiencia sensorial, mientras que otros creían que el conocimiento derivaba pura y exclusivamente del funcionamiento racional de la mente. Una tercera corriente ha tratado de integrar ambas ideas, proponiendo que el aprendizaje surge de la interacción entre la experiencia sensorial y su procesamiento racional en la mente.


A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, a partir de los trabajos de Pavlov y Skinner, el aprendizaje fue concebido como un mecanismo esencialmente asociativo. Según estos autores, las ideas se asocian entre ellas en la mente con la ayuda de la experiencia. Estas ideas pueden descomponerse en ideas más simples y viceversa, estando determinadas las características de las más complejas por las características de las más simples. El avance en el campo de las neurociencias ha permitido en los últimos años reformular estas teorías, introduciendo conceptos de la neurología, neurobiología y biología celular (Salamon, 2002).


Uno de los procesos esenciales del aprendizaje es la memorización. La información se almacenaría en el cerebro en tres instancias diferentes. La "memoria de trabajo", cuyo sustrato neuroanatómico es la corteza prefrontal, almacenaría la información durante segundos, mientras el sujeto esté prestando atención a ella. Las otras dos instancias corresponden a las etapas de consolidación de la memoria. Al final del proceso, la información se almacena en la corteza cerebral, en las denominadas "cortezas de alto orden y asociativas", que son las responsables de la capacidad operativa del cerebro. La "memoria de largo plazo" hace referencia al almacenamiento de la información consolidada en esas cortezas (Cardinali, 2005a).


La información en proceso de consolidación es la "memoria de corto plazo". Mientras el sujeto está aprendiendo un nuevo concepto, por ejemplo, lo aprendido está en proceso de consolidarse y forma parte de la memoria de corto plazo. Si el sujeto cesara el aprendizaje, la información adquirida terminaría por borrarse. Si el sujeto completara el aprendizaje, es decir, si la información llegara a consolidarse, pasará a formar parte de la memoria de largo plazo. El hipocampo es el área del cerebro involucrado en la consolidación de la memoria, aunque, como se ha dicho, no es el sitio donde la misma se almacena (Salamon, 2002; Cardinali, 2005a).


La capacidad de focalizar la atención en una determinada tarea es fundamental para el aprendizaje, muchos niños y adultos con déficit de atención tienen serias dificultades para llevar a cabo aprendizajes. La corteza prefrontal está involucrada en este proceso.


Durante la consolidación de la memoria, es decir en el pasaje de memoria de corto plazo a memoria de largo plazo ocurre un extensivo proceso de elaboración, que determina la calidad de la información almacenada. Además de la práctica, la elaboración de la información es clave para la memorización de la misma. El aprendizaje motor, vital para la correcta interacción del sujeto con el medio ambiente tiene circuitos diferentes a los comentados, estando involucrados estructuras subcorticales como los ganglios de la base o el cerebelo. El hipocampo no juega un papel significativo (Cardinali, 2005a).


Influencia del sueño en el proceso de aprendizaje


Durante el sueño ocurren varios procesos relacionados con el aprendizaje durante la vigilia, por ejemplo ciertas etapas de la consolidación de la memoria (Cartwright, 2004; Ficca & Salzarulo 2004; Walker & Stickgold, 2004). Durante el sueño, lo aprendido se consolidaría independientemente de la práctica, proceso vital para que ese aprendizaje en particular no se olvide y para el mantenimiento de aprendizajes anteriores. Una etapa del sueño es conocida como "sueño de ondas lentas" parecería ser especialmente importante para la consolidación de la memoria episódica. En esta etapa también ocurren importantes fenómenos fisiológicos, como la liberación de la hormona de crecimiento. El efecto del sueño sobre la consolidación dependería del aumento en el rendimiento del hipocampo. Una etapa del sueño, conocida como etapa REM, parecería tener especial relevancia para los aprendizajes motores y semánticos. El sueño es también vital para que, durante la vigilia puedan realizarse otros procesos relacionados al aprendizaje, por ejemplo, la focalización de la atención (Fletcher & Henson 2001; Casey et al., 2005).


Es común observar excesiva somnolencia diurna en niños y adolescentes (Cardinali, 2005b). La somnolencia proviene de falta de sueño o perturbaciones en el mismo y muchas veces se acompaña de cambios en el humor o disminución en la capacidad intelectual. Sin embargo muchos escolares atribuyen esta somnolencia a la actividad escolar. Existen también otras circunstancias que pueden enmascararla, como el consumo de estimulantes (por ej. cafeína), la realización de ejercicio o por emociones intensas (Fallone et al., 2002).


El crecimiento se acompaña de cambios importantes en la necesidad del sueño. Se ha observado que la cantidad de horas de sueño disminuye con el envejecimiento, siendo de alrededor de 11 en niños de 5 años y de 7 o menos en adolescentes de 18 años. Más aún, los requerimientos de sueño aumentan en forma proporcional con la edad. Entonces, aquellos que duermen menos son los que más lo necesitan (Cardinali, 2005b).


Se han observado severas alteraciones en la conducta y capacidad en niños y adolescentes con excesiva somnolencia. Por ejemplo, muestran mayores índices de falta de atención y conductas caprichosas, mayor propensión a tomar conductas de alto riesgo o a adquirir hábitos perniciosos, como el consumo de alcohol o nicotina (Harpin, 2005). Estas alteraciones determinan que una gran proporción de niños y adolescentes con trastornos de sueño muestren bajo desempeño académico. En muchos casos, la restauración de la normalidad del sueño, disminuyó la somnolencia diurna, mejoró el humor y restableció la capacidad disminuida (Fallone et al., 2002).


El proyecto


Las técnicas de no invasivas de imágenes, como por ejemplo la Resonancia Magnética Funcional, han sido fundamentales para el avance de la neurobiología (Fletcher & Henson, 2001). Sin embargo, estos estudios son llevados a cabo en situaciones no naturales, alejados del ambiente donde normalmente se realiza el aprendizaje, la institución educativa. Tampoco se ha intentado analizar, mediante imágenes, las diferencias entre el aprendizaje en sujetos con o sin trastornos de sueño.


Al acercar la neurobiología del aprendizaje al lugar donde tiene lugar dicho proceso, se vuelve posible utilizar las conclusiones de estos estudios para mejorar la forma en la que niños y adolescentes aprenden, preparándolos mejor para su vida futura. De esta manera, la ciencia da paso inmediato a la tecnología, en este caso en el ámbito educativo. En este proyecto se pondrá en acción una premisa fundamental de la creación del NeuroLab Marín: los experimentadores serán aquéllos docentes que indiquen su deseo de participar en el proyecto y quienes actuarán integralmente en el diseño, ejecución y evaluación bajo la orientación de los investigadores del NeuroLab. Sus Objetivos generales son: (a) Investigar la relación entre la calidad y cantidad de sueño del sujeto con la capacidad de aprendizaje y el desempeño académico; también intentarán relacionarán características familiares y sociales con ambos procesos. (b) Estudiar, mediante técnicas de imágenes no invasivas, el proceso normal del aprendizaje en niños y adolescentes.


Nota: Estado actual de los estudios neuroeducativos


En menos de una década la evolución de la neuroeducación ha sido extraordinaria y se expande a todo el mundo. Merece recordarse al respecto que, sólo hace dos años, uno de los textos más prestigiosos de las ciencias neurocognitivas no menciona siquiera el término "educación" en su índice (Gazzaniga, 2003). Pero las fronteras de la ciencia se mueven muy rápidamente y las iniciativas ligadas a la neuroeducación se multiplican en todas partes. Ya resulta difícil estar al corriente de las publicaciones, seminarios, congresos, cursos y proyectos sobre el tema.


http://es.wikipedia.org/wiki/Neuroeducaci%C3%B3n
http://www.daniel-cardinali.medem.com

miércoles, 26 de marzo de 2008

Directo al subconsciente




ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS MENSAJES SUBLIMINALES DENTRO DE LA PUBLICIDAD


Existen estímulos que penetran en nuestro interior discretamente, de modo que no se puede percibir y se albergan allí a pesar de su operante insignificación para introducirnos en la temática de la publicidad hay que referirse a estos estímulos encontrados en carteles de vivos colores, comerciales, etc.


La primera mención registrada sobre la percepción sub-liminal podría ser la realizada por Demócrito, quien sostuvo que: "Mucho de lo perceptible no es percibido por nosotros"; Platón hablo de esta noción en su escrito "Timeo"; Aristóteles explicó de modo mas detallado los umbrales de la conciencia sub-liminal de su "Perva Naturalia" hace casi 2 mil años, y parece ser el primero en sugerir que los estímulos no percibidos de modo consciente bien podrían afectar los sueños. Hace 2250 años Aristóteles explicó en su teoría del sueño que: "Si los impulsos que tienen lugar durante el día no son demasiado fuertes y poderosos pasan inadvertidos debido a impulsos altamente despiertos".


El filosofo Montaigne se refirió a dicho fenómeno de la percepción sub-liminal en 1580. En 1698 Leibniz también propuso la noción que dice: existen innumerables percepciones prácticamente inadvertidas, que son distinguidas lo suficiente como para percibirlas a reconocerlas, pero que se vuelven obvias a través de ciertas consecuencias.


En 1919 Poetzle estableció con firmeza una relación entre los estímulos sub-liminales, la sugestión poshipnotica y la neurosis compulsiva. Un individuo realizó los actos que se le han indicado o programado para que haga sin ningún conocimiento de porque esta haciendo dichas cosas. La relación entre los estímulos sub-liminales y las sugestiones poshipnoticas es demasiado importante.


Los experimentos iniciales de percepción sub-liminal inducido de manera mecánica se basaron en el taquistoscopio que consiste simplemente de un proyecto de películas con un disparador de alta velocidad el cual envía mensajes cada cinco minutos 1/3000 de segundo.


En el otoño de 1957 james Vicory llevo a cabo un experimento en los Estados Unidos para averiguar el poder de manipulación del método publicitario, durante la proyección de una película aparecía un fotograma con el siguiente mensaje: "tienes hambre come palomitas tienes sed toma coca-cola". El resultado fue asombroso la venta de palomitas se incremento en un 57.7%, mientras la bebida tan solo 18.1%. El escaso aumento de la bebida, los llevo a investigar mas a fondo, descubriendo que en los dos días del experimento se daban bajas temperaturas que de todas maneras no fueron suficientes para que un 18.1% fuera manipulado sin saberlo.


La publicidad de un producto persigue que el mensaje publicitario siga un objetivo: la venta del producto y crear un deseo de adquisición mediante la elaboración de un mensaje-estimulo. Este mensaje no deberá ser negativo, porque seria muy obvio, sino deberá ser ambivalente, es decir podrá hacer surgir efectos encontrados u opuestos. En la medida en que la venta de un producto desaparece como finalidad especifica, es conveniente sustituir el termino publicidad por el de propaganda, en el cual el promotor se encuentra discretamente oculto, al contrario que en la publicidad, donde se afirma como tal.



DISTINTOS CANALES POR DONDE PUEDEN LLEGAR LOS MENSAJES SUB-LIMINALES: VISUALES Y AUDITIVOS.


Los mensajes sub-liminales pueden llegar por distintos canales: "Visuales y auditivos". La influencia de los medios masivos de comunicación como radio, televisión, periódicos y revistas, promueve e incrementa el consumo de todo tipo de recursos.


La capacidad de alcance de estos medios permite que programas, información, noticias y publicidad lleguen hasta lugares más lejanos, de tal manera que es posible encontrar en poblaciones remotas refrescos de cola así como televisiones, los cuales se convierten en la aspiración básica de una familia; lamentablemente, muchos fabricantes han distorsionado la función social de los medios, que es informar, y las utilizan para manipular nuestras creencias; la televisión, la radio y los medios impresos son un elemento clave para atrapar a millones de consumidores.


Actualmente, poderosas empresas buscan invertir y determinar el contenido de los programas de televisión. Tabacaleras y otras ramas industriales se han adueñado de numerosas películas y telenovelas en los que, mediante un pago, se incluyen visualmente las marcas de sus productos. Así, los anuncios dejan de ser tales y se incrustan en el contenido mismo de la trama, o se disfrazan como notas informativas o reportajes.


Esta situación provoca daños incalculables a la salud pública y la salud mental y, por supuesto, al sano desarrollo de las facultades humanas, por ejemplo, los anuncios en la televisión, con cortes cada dos o cada cinco minutos, que hacen de los programas y películas un proceso enloquecedor. Las personas pierden su capacidad de atención, se muestran incapaces de concentrarse y más tarde resienten estados de angustia, irritabilidad e impaciencia, lo que deteriora su vida y sus relaciones familiares.


En la radio pueden emitirse hasta 40 minutos de anuncios por hora de emisión; las ediciones dominicales de algunos periódicos incluyen páginas completas de anuncios, y la mayoría de las revistas dedicadas a mujeres pueden contener hasta ¾ partes de las páginas sólo de anuncios.



CANAL QUE EJERCE MAYOR INFLUENCIA EN LA SOCIEDAD.


Aunque pueda parecer que los canales visuales ejercen una mayor influencia que los canales auditivos, es lo contrario, las pruebas que se llevaron acabo en éste sentido demostraron que los sub-liminales sonoros afectan más a la sociedad.


En el ámbito visual, lo sub-liminal no siempre está oculto en una forma tan pequeña, que es imposible verla a simple vista; si no que muchas veces, éste ocupa una parte importante del anuncio. Existen muchos casos en lo que los sub-liminal es un mensaje que se descubre al analizar con detenimiento el anuncio.


A nivel sonoro lo sub-liminal está oculto en canciones ó música de los supermercados, los cuales se pueden llevar a cabo fácilmente, tan solo se tiene que grabar un mensaje a un bajo nivel sonoro y luego mezclarlo con otros sonidos, de esta manera se sabe que por ejemplo en algunas oficinas se tienen ocultos mensajes del tipo "Que feliz soy trabajando", "Que suerte tengo de tener este trabajo", etc. en la música que se puede escuchar a través de los altavoces.


Ética


Existe mucha controversia en relación al uso de técnicas subliminales en el comercio o en la política. En el caso de cintas para auto-ayuda, que no son ilegales, la aceptación es mayor. Es necesario esclarecer que los mensajes subliminales influencian el pensamiento del individuo, aún cuando no siempre influencian su comportamiento, o acción. En el caso del mensaje "compre", la persona puede sentir el deseo de comprar la mercadería, sin embargo, otros factores pueden influir en la decisión final (falta de dinero, otras prioridades, etc.).


En casos de tratamientos o de auto-ayuda, el mensaje subliminal puede ser benéfico y más eficiente que simplemente oír una cinta conscientemente. Existe un gran mercado de casetes que prometen ayuda para dejar de fumar, adelgazar, aumentar la autoestima, desarrollar la memoria, jugar mejor a golf, mejorar las habilidades sexuales... En estas cintas se escucha música o sonidos relajantes (olas de mar), pero de forma subliminal contienen mensajes del tipo "no fumaré más" "no me gusta el tabaco" "fumar es perjudicial". Sin embargo, existen investigaciones en las que se han realizado análisis espectrográficos de algunas de estas cintas en las que se concluye que no contienen tipo alguno de mensaje subliminal y que, por tanto, en algunos casos, son una pura farsa.


Eficacia


Estudio tras estudio muestra marcadas controversias en cuanto a la eficacia de lo subliminal. Por un lado, se nos dan estadísticas y porcentajes que demuestran la efectividad de la publicidad subliminal y por el otro, se nos habla de investigaciones de carácter experimental que demuestran lo poco efectivo de esos mensajes.


La gran utilización de estímulos subliminales es innegable, pero ¿realmente producen algún efecto? ¿Podemos ser manipulados por este tipo de estimulación subliminal? Para contestar a estas preguntas debemos, en primer lugar, diferenciar entre clases de estímulo subliminal puesto que podría ser que unos fueran eficaces mientras otros no produjeran efecto alguno.


A pesar del notable uso que se hace tanto de los estímulos camuflados en los anuncios como de los auditivos, sobre todo en casetes de autoayuda, la mayoría de estudios realizados para comprobar los posibles efectos de ambas clases de estímulo no son concluyentes.


Parece ser que los estímulos de corta duración no tienen solamente un efecto en la percepción consciente, sino también sobre las emociones. Un estudio realizado en la Universidad de Miami (EE.UU.) lo muestra con claridad.


En esta investigación tres grupos de sujetos debían visualizar una película donde había imágenes subliminales insertadas, que eran diferentes en los tres grupos. Estas podían ser emocionalmente neutras, desagradables (accidentes sangrientos, monstruos, etc.) o agradables (Bugs Bunny, Mickey Mouse o similares). Una vez visualizada la película se distribuyeron cuestionarios de ansiedad a los tres grupos.


El que puntuó más alto en estos cuestionarios, o sea, el más ansioso, fue el que estuvo expuesto a imágenes subliminales desagradables, seguido por el grupo de imágenes neutras y el más tranquilo fue el expuesto a imágenes positivas. Esta investigación, junto a muchas otras, parece mostrar que estos estímulos de corta duración sí parecen tener un efecto sobre las emociones.


Ahora bien, la mayoría de las personas reacciona emocionalmente, sin usar la lógica o el pensamiento consciente para racionalizar un mensaje. Los mensajes que penetran directamente en el subconsciente poseen un efecto más fuerte que los que son presentados al consciente.


Los mensajes subliminales actúan sobre el cerebro emocional de las personas y sus instintos básicos.


Los mensajes subliminales pueden manipular la mente de una persona sin que tenga consciencia de ello, convirtiéndola en un robot. En un principio, la sensación de que nadie podía evitar ser víctima de estos mensajes, dado que no era posible captarlos, generó un gran sentimiento de indefensión. No es de extrañar, pues, que se creara un profundo rechazo hacia todo lo subliminal y que se redactaran leyes para su prohibición


Esto no evitó en lo más mínimo las utilización de mensajes subliminales. Muy al contrario, empezaron a emplearse cada vez más, sobre todo con fines publicitarios, alarmando grandemente a la sociedad.


En el Instituto Pro Conciencia se piensa que estos estímulos deben tener algún efecto sobre el comportamiento humano pues es ilógico pensar que los encargados de mercadear un producto estén pagando por una forma de publicidad que no funciona y basados en esa premisa, se puede establecer una posición equilibrada: los mensajes subliminales no determinan el comportamiento del consumidor... pero lo pueden influenciar. Cuánto puedan influenciar va a depender de cada uno de nosotros: a mayor conciencia menor posibilidad de manipulación.


miércoles, 5 de marzo de 2008

la cólera irresistible nos devuelve a las estructuras arcaicas del cerebro





¿Qué causa la agresividad?


El análisis de la agresividad en los animales revela una serie de condiciones básicas por las que más o menos todas las especies, pero especialmente las situadas hacia el extremo más elevado de la escala evolutiva, recurren a infligir heridas y muerte a otras especies o incluso a miembros de la propia especie. La conducta de depredación para el propio sustento es la causa más obvia de la conducta destructivo hacia otras especies. También instiga violencia la obtención de un territorio que proporcione las condiciones necesarias para la subsistencia. En términos generales, estas situaciones se traducen en agresión por alimento y abrigo en beneficio de la supervivencia. La agresividad dentro de una misma es­pecie sirve para los mismos fines en situaciones de escasez de recursos.


Adicionalmente, la agresión dentro de la especie persigue fines reproductivos, como en las luchas entre machos por el acceso a hembras sexualmente receptivas. Este tipo de agresión puede considerarse dirigi­do a la preservación de la especie. Generalmente se acepta, no obstante, que a diferencia de la agresión de la depredación, el objeto de la agresi­vidad dentro de una especie no es provocar heridas o muerte, sino indu­cir a los rivales a ceder en la competencia por los recursos.


¿Y en el caso de los humanos? ¿Se producen agresiones en las mis­mas circunstancias? Algunos estudiosos sugieren que las condiciones que provocan la agresividad son esencialmente las mismas para todas las especies y que no hay nada especial en la agresividad de los humanos. Al fin y al cabo, los humanos comúnmente matan a otras especies para ali mentarse, entablan guerras por el control del territorio, infligen heridas y muerte a otras personas para hacerse con sus objetos de valor y recurren a la violencia para defender lo que estiman y quieren. A menudo, la riva­lidad sexual también conduce a la brutalidad. Los humanos, como tantas otras especies, están dispuestos a utilizar la fuerza para conseguir lo que desean.


Otros estudiosos creen que estas analogías son insuficientes, y llaman la atención sobre la evolución del neocórtex humano y sobre el he­cho de que nuestra capacidad mental supera ampliamente la de cualquier otra especie. La reflexión moral -la capacidad de juzgar lo que es bue­no y justo en cada circunstancia- y el control volitivo en este caso la capacidad de controlar las acciones propias de acuerdo con nuestra eva­luación moral- son los protagonistas de estas teorías. Quienes las defienden aceptan la existencia de impulsos agresivos arcaicos, pero creen que, por regla general, la racionalidad es capaz de controlarlos. Por consiguiente, sostienen que es poco o nada lo que podemos aprender indagando en la división entre lo humano y lo animal.
Personalmente, nú posición es integradora: reconozco tanto nuestra antigua herencia evolutiva como la comparativamente reciente expansión de nuestras facultades cognitivas.


Se acepta generalmente que el cerebro evolucionó a partir de un núcleo reptiliano, envuelto después por el sistema límbico, una serie de estructuras que apareció con los paleomamíferos y que fueron, a su vez, encapsuladas por el neocórtex, una estructura originada en los neomamíferos. A pesar del desarrollo de un neocórtex especialmente grande, nues­tro cerebro ha conservado la estructura tripartita que integra las estructu­ras aparecidas con anterioridad durante la evolución. Lo que es más importante, estas estructuras continúan ejerciendo su influencia sobre todas las conductas vitales de los humanos tal como lo han hecho durante miles de años.


El sistema límbico controla todas las emociones humanas, y la amígdala, una de las partes de este sistema, se ha revelado como la más importante de las estructuras en el control de la agresividad. Esta estructu­ra participa en la inspección del entorno en busca de indicaciones de peligro y, cuando éste se presenta, se encarga de iniciar los procesos endocrinos que nos ayudan a enfrentamos físicamente al peligro con eficacia.


Para enfrentarse a un amenaza inmediata de peligro, un individuo precisa un aporte instantáneo de energía que le permita realizar acciones vigorosas, principalmente evitar la amenaza atacando o eludirla retirán­dose velozmente. La energía necesaria se hace disponible por mediación de la liberación sistémica de, sobre todo, hormonas adrenales que estimulan el sistema nervioso simpático gracias sobre todo al aporte de glucosa a los músculos esqueléticos.


Esta serie de respuestas define la conocida reacción de ataque/huida, ideal para las emergencias que pueden ser resueltas con un episodio de acción enérgica. En términos evolutivos, el mecanismo para este tipo de acción ha hecho un buen servicio a la especie, pues ha ayudado a los humanos a sobrevivir en confrontaciones inesperadas con depredadores o con otros humanos hostiles. La capacidad de alzarse con energía y ner­vio, con un sentimiento de fuerza y seguridad para enfrentarse a un reto, de concentrarse únicamente en el aquí y ahora para enfrentarse a un pe­ligro ha demostrado ser muy adaptativa.


Pero este valor adaptativo ha quedado comprometido en la sociedad moderna. Por regla general, las amenazas de peligro ya no pueden resol­verse mediante el asalto directo o la huida espontánea. Las consecuen­cias adversas del gas radón en la vivienda, por ejemplo, no pueden eliminarse mediante la acción física instantánea, por mucha energía que el cuerpo acapare para enfrentarse a una aparente emergencia. Tampoco nos sirven de mucho las estrategias de ataque y huida a la hora de enfrentamos a problemas como los impuestos o el calentamiento global. Pero probablemente lo más importante es que la sociedad impone san­ciones para restringir, con penalizaciones, la resolución de los conflictos comunes por medio de acciones violentas o evasivas. No es aconsejable que cuando un conductor negligente nos abolla el coche, lo golpeemos en un ataque de rabia; del mismo modo, cuando alguien debe a su excónyuge la manutención para los hijos, escapar impulsivamente del país no suele ser una solución factible. Todos estos casos de provocación y frustración activan, no obstante, las estructuras arcaicas del cerebro para iniciar reacciones enérgicas, por mucho que estas reacciones hayan per­dido su utilidad en la mayoría de las situaciones. Esto a menudo pro­mueve una cólera irresistible y desencadena una acción violenta que, sin embargo, no sirve para eliminar la causa de la emoción.
Para comprender las emociones de miedo y cólera conviene reconocer su función inicial tanto como su más reciente disyunción. La función inicial era doble: abastecer la energía necesaria para una acción rápida y enfocar la atención en el aquí y ahora de la acción. Estas dos respuestas, denominadas impulsividad de acción y déficit cognitivo, todavía caracterizan nuestros ataques de cólera y rabia. La primera insta a la acción agresiva con inde­pendencia de la eventual utilidad de la acción; la segunda, a causa de la ocu­pación cognitiva en la situación inmediata, hace que el individuo descuide las ¡aplicaciones no inmediatas de su acción. Este deterioro del control cognitivo, que deja a las personas ciegas a las consecuencias de sus acciones violentas, incapacita a la persona lo bastante como para que se considere una forma de demencia temporal mitigante de la responsabilidad.


La propensión a cometer actos de violencia destructivo sin duda resi­de en todos nosotros. Las amenazas de perjuicios y envilecimiento incitan reacciones que, a niveles extremos, conducen irremisiblemente a conductas incontroladas, ¡repulsivas y agresivas. Los residuos de frustra­ciones inconexas y los desafíos de la vida diaria a menudo entran en nuestra reacción ante circunstancias específicas. Puesto que la cólera puede ser alimentada por distintas fuentes de estimulación, a menudo ocurre que desacuerdos aparentemente sin importancia acaban degene­rando en furia y conflictos violentos.


Hasta el momento hemos considerado la influencia -en ocasiones disfuncional- de las estructuras arcaicas del cerebro. Ahora nos ocuparemos de la influencia de las nuevas estructuras que nos separan de las otras especies: el neocórtex, con sus poderes de asociación, anticipación e inferencia.


La mayoría de los investigadores de la agresión abraza la teoría de que la racionalidad superior que nos proporciona el neocórtex es el antídoto contra la violencia y ve en la racionalidad la panacea para todas las bajas compulsiones humanas. Sin duda la racionalidad puede impedir las explosiones de cólera, y a menudo lo hace. Pero incluso un somero aso de los registros de violencia impulsivo y destructivo muestra que, cuando se trata de prevenir la violencia, a menudo nos falla la razón.


Lo que es más importante, la racionalidad no sólo no nos ofrece un antídoto efectivo contra la violencia, sino que es la causa directa de una nonne proporción de la violencia perpetrada por unos humanos contra otros. Es nuestra capacidad de razonar la que nos dice que apoderarse de las posesiones ajenas por la fuerza y de modo que se minimicen o eviten enteramente las repercusiones es una fórmula para el éxito. Es así que nos aprovechamos de nuestra capacidad de anticipación para tramar es­trategias que saquen beneficio de la violencia. Y esto no sólo pone a cada individuo en riesgo de coaccionar a otros por medio de la violencia, sino que también inspira la violencia organizada y la guerra.


La agresividad humana no recibe únicamente la ayuda de nuestra su­perior capacidad de anticipación y de las estrategias que ésta nos permite urdir, sino que se ve impulsada por lo que algunos consideran la forma más elevada de racionalidad: el razonamiento moral. Los conceptos morales de equidad y castigo justo constituyen importantes fuentes de agre­sión. Los agravios comparativos en materia de justicia social que nos si­túan en el extremo más pobre en recompensas pese a haber invertido esfuerzos comparables son exasperantes e instigan a la agresión. La viola­ción de nuestro sentido de la justicia exige represalias. Si se nos agravia, clamamos venganza. El deseo de tomar represalias para enmendar entuer­tos conduce frecuentemente a conflictos interpersonales. Las guerras sue­len entablarse cuando alguien convence a la población de que las humilla­ciones pasadas no pueden dejarse impunes. En ocasiones, incluso la consumación de la más vil de las atrocidades se interpreta y defiende como un mandato moral, generalmente por referencia a una autoridad divina.


Así pues, el mismo neocórtex que nos permite reconocer las lacras sociales y los peligros globales de la violencia nos proporciona razones y vías de agresión nuevas y exclusivamente humanas. Tanto la meticulo­samente razonada concepción de estrategias de agresión eficaz como la justificación moral de la agresión son aspectos que no se encuentran en ninguna otra especie. Estos motivos para la agresión nos separan del res­to de los animales. Al mismo tiempo, no obstante, compartimos todavía con los primates y otras especies los motivos para la agresión que residen en las estructuras arcaicas de nuestro cerebro trino.


DOLF ZILLMANN Profesor distinguido de la cátedra Burnum de Psicología y Ciencias de la Información en la Universidad de Alabama

viernes, 29 de febrero de 2008

Cerebro y mente




Un poco de historia



Es posible que a la pregunta de en donde se produce el pensamiento, la mayoría de gente responda correctamente que en el cerebro. Muchos dudarían sobre si es en el cerebro o en el corazón donde asientan nuestros sentimientos: amor, odio, pasión, temor, etc. Probablemente muchos otros no se han parado a pensar que enfermedades como la depresión o las fobias, o que determinadas conductas anormales surgen como consecuencia de alteraciones cerebrales. Puesto que en este órgano se desarrollan funciones tan importantes, algunas exclusivas del ser humano, creo que merece la pena tratar en mayor extensión la relación entre cerebro y mente.


Las ideas que tenemos en la actualidad son en parte ideas heredadas del pasado. Algunas nos confunden. Por ello quisiera empezar con algo de historia. Para los que no les gusta la historia les diría que esta no sólo nos da explicaciones de lo que hemos llegado a ser, sino también de como nos verán los que van a ser.


Para los egipcios, los hebreos y los mesopotámicos e incluso para Homero el corazón era la fuente de vida, el que entrañaba los sentimientos y la inteligencia.


Para los presocráticos, entre los siglos VII al V antes de nuestra era, no existía una clara división entre materia y espíritu. Los elementos agua, aire, fuego y tierra constituían todo el mundo. Demócrito introdujo el concepto de átomos y pensaba que el cerebro podía ser el "guardián de la inteligencia".


Los médicos hipocráticos descubrieron que determinadas lesiones cerebrales llevaban consigo cambios de comportamiento.


Platón separó el alma en tres partes: intelectual, irascible y concupiscible. La primera la colocó en la cabeza y le atribuía a esta la inmortalidad y la une con las otras dos mortales a través de la médula espinal.


Aristóteles afirmaba que el corazón era la sede de las sensaciones de las pasiones y de la inteligencia. El cerebro compuesto de agua y tierra no tiene otro papel que refrigerar el organismo. Estos conceptos indujeron errores médicos durante muchos siglos.


Galeno 500 años después, se interesó por las cavidades de los cerebros y pensó que las lesiones cerebrales debían de llegar hasta ellas para ser graves. Tanto para Platón como para Galeno el alma estaba en el cerebro, pero el concepto alma era muy impreciso.


Las disecciones de cadáveres dejaron de ser abyectas a partir de 1500 y Leonardo da Vinci, el mismo que pintó La Gioconda, empieza a dibujar el cerebro.


Descartes entendía que la unión entre el alma inmortal con el cuerpo ocurría a través de la glándula pineal, que está situada en el medio del encéfalo.


En pleno siglo XIX surge la frenología con Gall como máximo exponente. Propone localizar una serie de facultades morales e intelectuales en determinadas áreas cerebrales. El método que sigue es la palpación del cráneo. Así analiza los cráneos de criminales y hombres célebres y trata de establecer un mapa.


La anatomía clínica da un gran salto desde 1900, con Bouillaud y Broca. Brodman en 1909 divide la corteza del cerebro en 52 áreas, con un número y una función para cada una.


El investigador más importante que ha dado España es Santiago Ramón y Cajal. A él se le debe el mérito de descubrir que el cerebro no es una red intrincada de filamentos, si no que está formado por millones de unidades elementales que se denominan neuronas. Las neuronas están comunicadas entre sí por unos espacios que se denominan sinapsis. En ellos ocurre la curiosa circunstancia de que un impulso eléctrico se convierte en química. La química se puede modificar con medicamentos; química también.


El fundador de la moderna neurología es el francés J.M. Charcot. A través del estudio de los pacientes del asilo de L Salpetriére en París, correlacionándolo con los hallazgos en el cerebro en la autopsia, consiguió establecer los fundamentos de la correlación clínico- patológica. Un método deductivo que nos permite localizar la lesión de los enfermos mediante la exploración física y que seguimos utilizando los neurólogos de forma sistemática.


Con este breve resumen histórico quiero dar a entender que la mayoría de conocimientos científicos que tenemos sobre el cerebro son de este siglo. Por tanto estamos ante una ciencia joven.

martes, 19 de febrero de 2008

La libertad de no actuar





Neurología

Area Cerebral Responsable del Autocontrol
20 de Septiembre de 2007.

El área del cerebro responsable del autocontrol está separada del área asociada con la toma de acciones, según una nueva investigación. Los resultados esclarecen un aspecto muy importante del control cerebral de la conducta: la capacidad de decidir no hacer una cosa después de haber desarrollado la intención de hacerla. A este mecanismo psicológico se le podría definir como la libertad de no actuar, en contraposición a la libertad de actuar.


Es muy importante identificar los circuitos que habilitan la libertad de no actuar, debido a los muchos trastornos psiquiátricos en los cuales los problemas de autocontrol tienen un papel prominente, desde el déficit de atención hasta la drogodependencia, la ludopatía y otros problemas de personalidad.


Los hallazgos amplían el conocimiento de las bases neuronales de la toma de decisiones, y pueden ayudar a explicar por qué algunos individuos son impulsivos mientras que otros son renuentes a actuar.


Marcel Brass, del Instituto Max Planck para las Ciencias Humanas Cognitivas y del Cerebro y de la Universidad de Gante, y Patrick Haggard, del University College de Londres, usaron resonancia magnética funcional por imágenes (fMRI) para estudiar la actividad del cerebro de participantes que oprimían un botón en momentos escogidos por ellos. Los investigadores compararon datos de estos experimentos con resultados de cuando los participantes se preparaban para oprimir el botón y decidían cancelar la acción.


A quince participantes, ninguno zurdo, se les pidió oprimir una tecla en un teclado, así como escoger algunas ocasiones en las que se detuvieran justo antes de apretarla. Los participantes también indicaron en un reloj el instante en que se propusieron oprimir la tecla, y, si era el caso, el momento en que decidieron contenerse. Cuando Brass y Haggard compararon imágenes obtenidas por fMRI de los dos escenarios, encontraron que la cancelación de la decisión generaba actividad en el área dFMC, una zona en la línea media del cerebro, localizada directamente sobre los ojos, que no mostraba actividad cuando los participantes proseguían con la acción. Además, aquellos que escogían detener la acción intencionada más a menudo mostraban mayor contraste en la actividad de la dFMC.


La capacidad de detener una acción que ya hemos preparado pero luego reconsiderado es una distinción importante entre la conducta inteligente y la impulsiva, y también entre el Ser Humano y otros animales.


En estudios futuros, se emplearán métodos con una mayor resolución cronológica, como el EEG, para determinar si el proceso inhibitorio podría operar en el breve período de tiempo entre el momento de la intención consciente y el punto de no retorno para la acción motora.





miércoles, 13 de febrero de 2008

Cerebro y Amor







NEUROBIOLOGIA : CONSENSO ENTRE VARIOS CIENTIFICOS ESPECIALIZADOS EN NEUROCIENCIAS

La ciencia ya sabe en qué región del cerebro se manifiesta el amor

A través de varios estudios, lograron ver qué lugares se activan cuando una persona ve la foto del ser amado. En el mecanismo interviene el sistema de recompensa, el mismo de algunas adicciones.


Carne de la palabra, carne del silencio. Mi paz, mi ira. Boca. Tu boca enmudece mi boca". Caetano Veloso sabe del amor y lo hace canción. En el comienzo de la importada semana de San Valentín, las reflexiones, poemas, y mil y una referencias sobre ese sentimiento prometen inundar los kioscos con chocolates en forma de corazón y, tal vez, inquietudes por saber algo más sobre este fenómeno que ayuda, entre otras cosas, a perpetuar la especie.

A la ciencia también le interesa, y hace una salvedad: llama "amor romántico" al que se celebra en el Día de los Enamorados. A través de una disciplina conocida como "la ciencia del amor"; de una forma de abordarlo, la neurobiología del amor, y hasta de un instituto de investigación, en Ohio, Estados Unidos, dedicado a estudiar el "amor sin límites", identifica qué mecanismos están conectados en el cerebro para que se produzca.

"El amor es una experiencia que involucra masivamente los sistemas cerebrales de recompensa. En los últimos años, a través de estudios con resonancia magnética funcional, se observó que cuando las personas estudiadas veían fotos de sus seres amados se activaban áreas que pertenecían al sistema de recompensa cerebral, que contiene una alta densidad de receptores para las hormonas oxitocina y vasopresina", comenta Facundo Manes, neurobiólogo, director de los institutos de Neurología Cognitiva y de Neurociencias de la Fundación Favaloro (ver Infografía).

En esos estudios, hechos a través de resonancias magnéticas funcionales, se tomó grupos de voluntarios y se les mostró las fotos de su ser amado. Así observaron qué regiones de sus cerebros se veían más activas y cuáles no.

"Hay trabajos como los del neurobiólogo británico Semir Zeki que identificaron la activación de áreas cerebrales que parecen específicas para ese sentimiento. Zeki, en relación al amor romántico, habló de una activación de la corteza cingulada anterior, de la corteza prefrontal derecha y la corteza temporal de los dos hemisferios", confirma —vía e-mail— a Clarín Franciso Mora Teruel, científico de la Universidad Complutense de Madrid y autor del libro "Los laberintos del placer en el cerebro humano".

¿Para qué sirve saber esto? Puede explicar, por ejemplo, por qué el amor es ciego. Durante varios estudios se pudo ver que, paralelamente a esa activación, ocurría una desactivación de los circuitos cerebrales responsables de las emociones negativas y de la evaluación social. Consecuencia: "El fuerte lazo emocional de una persona inhibe las emociones negativas y afecta el circuito neural involucrado en realizar un juicio social sobre otra persona", concluye Manes. Quiere decir que cuando alguien gusta (mucho, pero mucho) de alguien sólo lo juzga por sus aspectos positivos; los negativos ¡se esfuman!

"En el estado de enamoramiento —el que ocurre en el comienzo de una relación y dura tal vez unas pocas semanas— hay zonas del cerebro que se activan específicamente", remarca Diego Golombek, biólogo, autor de "Sexo, drogas y biología". Y en cuanto a los elementos que participan, señala: "No sólo de neuronas vive el cerebro enamorado, también son fundamentales las sustancias con las que estas células se comunican, los neurotransmisores, así como las hormonas que las bañan y modulan su actividad".

Se descubrió, agrega Golombek, que neurotransmisores como la dopamina y la serotonina están relacionados con las emociones románticas, así como las hormonas oxitocina o vasopresina tienen que ver con la fidelidad y las ganas de quedarse con alguien. Pero eso sería otra nota.

Para Alex Tobeña, psiquiatra y catedrático de Psicología Médica y Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona, esos neurotransmisores son fundamentales. "Enamorarse es una transitoria tormenta de neurotransmisores al servicio de la fusión monógama imperfecta, es decir la pareja", reflexiona vía e-mail. En su libro "El cerebro erótico" explica el correlato fisiológico entre algunas señales propias del enamoramiento con lo que ocurre en el cuerpo, especialmente en el cerebro. Y se anima a hacer "predicciones" llamativas (ver ¿Y qué se conoce...).

Hay que remarcar que cuando se habla del amor, el romántico, el de las mariposas en el estómago, Cupido, San Valentín y gran parte de las producciones hollywoodescas, los enfoques para abordarlo pueden ser variados. "Las manifestaciones afectivas o emociones, entre las que están el amor, la alegría, la ira, el miedo, tienen un componente psicológico y otro físico expresado; éste último, a través de cambios somáticos y viscerales", le remarca a Clarín el neurobiólogo Roberto E. Sica, jefe de la División Neurología del hospital Ramos Mejía.

No todo es hormonal o una buena logística entre neurotransmisores. En el amor, se sabe, hay otros misteriosos ingredientes.